UN GRITO A LA HISTORIA

  • El Grito de Alcorta |

Todo comenzó en el sótano del local de Ángel. Reunidos entre las cajas de mercadería, acomodándose como podían para escucharse unos a otros. O tal vez fue días atrás, en la chacra de un maestro rural. Noche tras noche, para no ser descubiertos, trabajadores chacareros de ideas anarquistas y socialistas se juntaban pensando una solución. Así, no daba para más. El miedo era lógico, pero no había opción. Eso había que hacerle entender al resto de las familias. El único camino era la huelga y debía decidirse en asamblea. Por eso, se marcó una fecha en el calendario. Sería el 25 de junio de 1912, en la Sociedad Italiana de Alcorta, provincia de Santa Fe.

Desde hacía décadas, las familias de la aristocracia argentina gobernaban a placer. La Generación del 80, tras nuclearse en un partido, se dispuso a moldear y a dar forma definitiva a la política nacional. Y así lo hicieron. Luego de repartirse las tierras conquistadas durante el genocidio al que denominaron Campaña del Desierto, abrieron las puertas del país para recibir mano de obra barata. Al fin y al cabo, alguien debía trabajarlas. Rápidamente, las familias recién llegadas comprendieron que ese «granero del mundo», en realidad, era el granero de unos pocos. Solo quienes contaban con algún ahorro podían arrendar un espacio para sembrar por su cuenta y riesgo. Eso sí, dejando al dueño el 50% de la producción.

Pero las cosas cambiaron cuando, en 1911, las deudas se volvieron incontrolables producto de una pobre cosecha. Todo aparentaba normalizarse al año siguiente gracias a que el clima y la producción parecían ponerse del lado de la gente. Y así fue. Todo, menos un detalle: los dueños nunca pierden y son ellos quienes escriben las reglas. Viendo las ganancias, ese año decidieron aumentar los precios y, de ese modo, las familias ni siquiera pudieron cancelar las deudas que tenían. En esos días, aun con el miedo a cuestas de la brutal Ley de Residencia de Roca, poco a poco, comenzaba a gestarse un grito social que haría historia.

La tarde del 25 de junio, un grupo de 2000 personas decidió iniciar una huelga que se extendería desde Santa Fe a Córdoba y Buenos Aires. Exigían rebajas en los costos, cambios en los contratos y mayores libertades. Para los grandes estancieros, era momento de instalar en el pueblo la idea de que ser huelguista era mala palabra y que solo eran agitadores contra el orden social. A la par, se ordenó una dura represión a dirigentes que demandaban una urgente reforma agraria. Sin embargo, de la lucha y la organización nació la Federación Agraria Argentina y comenzaron a obtener los primeros triunfos. Si bien todo no cambiaría radicalmente, los campos ya no serían tierras feudales donde solo imperaba la ley del dueño. Como nada era gratis, años después, Francisco Netri, uno de los protagonistas del Grito de Alcorta, sería perseguido y asesinado. La historia argentina continuaría adelante, sin repetirse de forma idéntica, pero pareciéndose demasiado entre trágicas coincidencias.