MATAR A VIDELA

  • La Operación Gaviota |

El fuerte estruendo se escuchó en todo el aeroparque. Detrás, quedaba una gran nube de humo y polvo y un cráter en la pista de casi cinco metros. Habían sido 45 kg de TNT y más de 85 de gelamón: lo suficiente para destruir completamente el objetivo. Sin embargo, no todo salió como debía. Algo había fallado. Minutos antes, a las 8:40, el avión Fokker F-28 encendía sus motores y comenzaba a moverse. Era el viernes 18 de febrero de 1977, y a bordo iba el dictador Jorge Rafael Videla, el ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz y varios funcionarios de altos mandos. La historia podía estar a punto de cambiar.

El plan había sido calculado minuciosamente meses atrás. En aquel entonces, tras la caída y desaparición de Santucho, Menna y Urteaga, quienes habían quedado a cargo de la dirigencia del PRT-ERP decidieron poner en marcha un operativo para terminar con la vida de varios de los más importantes hombres de la dictadura genocida. Todo comenzó con la obtención de los planos de los túneles del arroyo Maldonado. Según decía el mapa, la red atravesaba justo por debajo de la pista del aeroparque. Acto seguido, se creó una unidad especial y se puso al frente a un experimentado guerrillero: Eduardo Miguel Streger. La operación estaba en marcha.

Con los datos precisos, comenzaron los cálculos. Había que atravesar un metro de hormigón para llegar a la pista, con la potencia suficiente para que la onda expansiva alcanzase al avión. Luego de analizar y estudiar los planos, una noche, una furgoneta se estacionó sobre una boca de tormenta y dos personas descendieron por una soga para comenzar a recorrer las tuberías. Tras varias visitas, era el momento de colocar los explosivos. Dos cargas separadas, con sus detonadores, fueron transportadas en bote y ubicadas bajo la pista. Cerca de 130 kilos interconectados y esperando el momento para volar por los aires a los torturadores del pueblo. El día estaba marcado en el calendario. Se sabía que Videla partiría el 18 por la mañana rumbo a Bahía Blanca y todo estaba listo.

Comunicados entre sí, los guerrilleros pusieron el plan en marcha. Tal y como estaba previsto, los militares se subieron al avión y, con una demora de 10 minutos, desde la torre ordenaron que comenzara el despegue. Tras recibir la orden, Streger apretó el botón. El avión se sacudiría, pero no recibiría el impacto en su totalidad. Iba con poco combustible, por lo tanto, menor peso, y esto hizo que tomara mayor altura antes de lo esperado. Al igual que lo intentó Georg Elser en 1939 cuando quiso matar a Hitler, el FPMR con Pinochet, Lucetti contra Mussolini o grupos anarquistas de la FAI con Franco, el operativo del ERP podría haber cambiado parte de nuestra historia reciente. Durante los tiempos más oscuros de la dictadura genocida, un grupo de personas arriesgó su vida para matar al tirano. Y estuvieron a segundos de cambiar el destino de miles.