
- La supuesta muerte de Agustín Feced
Quien revise el folio Nº 5228 de la causa federal 47.913 se encontrará con que el lunes 21 de julio de 1986, más precisamente a las 3:30 de la madrugada, Agustín Feced, de 65 años, fallecía como consecuencia de un paro cardiorrespiratorio. Según el certificado, el hombre que supo coordinar la represión en Rosario durante la dictadura de 1976 era declarado oficialmente muerto. En los últimos años de su vida, había sido sentado frente a la Justicia por el mismo pueblo al que quiso exterminar. Iba a ser condenado por desaparición de personas, torturas y secuestros y, mientras tanto, se encontraba en prisión preventiva rigurosa. O, al menos, esa es la versión oficial.
Un año atrás -según se declara- fue trasladado a Campo de Mayo para una cirugía de corazón, donde, además, le diagnosticarán demencia senil. Se sabe que, pese a estar preso, viajó a Formosa para planificar un viaje a Paraguay. El día de la noticia de su muerte, un diario formoseño publicaba un texto de la familia en el que decían que sus restos habían sido inhumados el día anterior e informaban dónde estaba sepultado. Sin embargo, cuando el periodista Carlos del Frade viajó a Formosa, se encontró con varias anomalías que llamaron su atención.
Según verá, los registros del cementerio indicaban que el día 21 una sola persona había sido sepultada: ningún dato de Feced. Por otra parte, el nicho en el que supuestamente se encontraba estaba a gran altura y apartado. El cuidador del lugar, sorprendido, diría no saber cómo lo subieron ya que no había elevadores y esos espacios no se usaban. En la funeraria le dirán que Feced «murió en Buenos Aires» y, ante la corrección de datos, dijeron que debía hablar con los hijos del difunto. Sin embargo, fue imposible dar con familiar alguno. Luego de años, cuando parecía que las pistas se acababan, una persona le acercó a del Frade una ficha de hotel. En ella figuraba, de puño y letra, el nombre de Agustín Feced.
El papel revelaba que había estado en el hotel Ariston, en Rosario, el 29 de julio de 1988. Además, figuraba su número de documento, en profesión marcaba militar y, por último, su firma. Sí, dos años después de muerto. En un informe, con estudios caligráficos, se evidenció la red de fraudes, pero, pese a todo, para finales de 1989 la Justicia sobreseía la causa absolviendo a muchos otros represores. Algunas personas denunciarán haberlo visto en Paraguay y hasta su esposa escribirá que se habían ido a vivir allí cuando en teoría estaba detenido. Y punto final.
Para quienes hayan creído la historia del represor, aún pueden pasar a visitarlo por Formosa. Lo van a encontrar fácilmente: está en el panteón de la Gendarmería, en el último nivel, al fondo, nicho 25, arriba de todo. Es el único que no tiene flores.