
- Norma Plá y el formateo del sentido común |
Corría el año 1994. Como una escena tragicómica de la historia argentina, Norma Plá se sienta en la mesa de Polémica en el Bar, programa televisivo de referencia para el formateo del sentido común. Cinco hombres la rodean y dos más observan desde la barra. Cercada por un coro de inquisidores que sonríen socarronamente ante sus comentarios, Norma explica lo que todo el país sabe pero los medios se dedican a ocultar: en la Argentina de los 90, quien trabajó incansablemente durante años no podrá cobrar una jubilación digna. Con el país sumido de lleno en un plan neoliberal, de privatizaciones, fuga y entrega, a fuerza de gritar la verdad Norma se convertía en abanderada de quienes no tenían voz. Parte de una lucha contra un proyecto que pensaba descartable, rápido y en dólares.
Frente a ella, el establishment del periodismo operador que, sentado en la mesa de café, condena diariamente al pueblo y defiende al poder. En determinado momento, Gerardo Sofovich le recrimina haber tirado piedras y la posibilidad de que ocurra lo mismo con el presidente. Ella le sostiene la mirada y responde que le tiró “al Gobierno, y el Gobierno no es el presidente Menem solo, el Gobierno es un conjunto de personas. El Gobierno no nos da pelota, nos quieren matar a los viejos después de haber aportado 42 años”. Luego, explica que la gente no va por deporte, porque le guste tirar vallas o pegarle a un vigilante: “Yo salí a luchar cuando tuve hambre. Usted, cuando tenga hambre, si algún día tiene hambre, va a salir a luchar también”.
Norma le muestra sus manos curtidas como prueba irrefutable de décadas de trabajo en diferentes fábricas. Como quien busca convencer de que hay que aceptar las miserias, Sofovich la mira y, haciendo un gesto de benevolencia, le pide que entienda que “el Gobierno también es sensible”. Pero la paciencia del pueblo hacía tiempo que se iba agotando y Norma lo pondría en palabras: “¿Es sensible ese Gobierno? ¡5 pesos de aumento! Que no nos alcanza ni para un sobre de aspirinas. Yo le voy a dar a usted 5 pesos de aumento a ver lo que hace”.
Bajo las luces de las cámaras y el filtro de quienes instalan verdades simulando periodismo, Norma era caricaturizada como una mujer vieja y gritona. Se convertía, ante la incrédula mirada de los amantes del 1 a 1 y los viajes a Miami en cuotas, en la confidente secreta de la realidad que nadie quería ver. Y su lucha no fue en vano. Poco a poco, diferentes sectores sociales fueron acompañando el reclamo, así como utilizando los recordados miércoles en el Congreso Nacional como caja de resonancia de sus propias demandas. Casi sin quererlo, el movimiento de jubilados y jubiladas, con Norma como referencia, sería un mojón ineludible para los movimientos piqueteros y sociales que irían surgiendo a lo largo y ancho del país. Mientras tanto, otros siguieron tomando café en el bar.