UNA BALA SOBRE CUTRAL-CÓ

  • El asesinato de Teresa Rodríguez |

Una bala atravesaba Cutral-Có. Su destino era la multitud, como el de otras tantas que se perdieron en los márgenes de la ruta. Alguien había apuntado bien, tal vez por destreza, tal vez por mera casualidad, y se decidió a apretar el gatillo. Probablemente, mientras la bala cruzaba entre manifestantes buscando destino, el autor se desentendió y siguió tirando. Al fin y al cabo, era su trabajo. Para ese entonces, alguien se percataba de que la policía cargaba con sus armas reglamentarias. Con escopetas y pistolas 9 mm. En medio de este escenario, en alguna pausa, alguien escuchó a una chica gritar desesperadamente. Se tomaba el cuello mientras las balas no dejaban de pasar sobre ella.

Neuquén era un hervidero social. Las privatizaciones y el vaciamiento del país por parte del Gobierno de Carlos Menem generaban el efecto esperado. Las calles se iban colmando, una a una, provincia a provincia, de un pueblo que no soportaba más. Los cortes eran la forma de hacerse escuchar, de que los medios que dibujaban sus verdades se vieran obligados a hacer foco en la realidad. El 12 de abril de 1997, el gobernador Felipe Sapag, el mismo que había reducido el salario docente, ordenaba terminar con las manifestaciones. Sí o sí, fuera como fuera.

Cerca de las 4 de la mañana, alguien advertía que se acercaban los carros hidrantes. La orden de desalojar la ruta no tardó en llegar, pero la gente, desesperada, no la aceptó. Durante las horas siguientes, el pueblo respondió a la violencia gubernamental con una gran pueblada que obligó a gendarmería a retroceder y replegarse. Pese a que avanzaban armados y blindados, no podían dispersar la manifestación. Por cada piquete que cortaban, otro nacía en las calles aledañas. A las 10 de la mañana, la policía entraba en acción. Lo que siguió fueron enfrentamientos desiguales, algunos cuerpo a cuerpo, entre piedras y balas, que dejaron a 13 personas heridas. Fue durante esos minutos que, a metros de allí, una joven de 24 años llamada Teresa Rodríguez cruzaba la calle.

De un momento al otro, caía al piso. Un proyectil de un arma 9 mm le había dado en el cuello. A pesar de que la gente la atendió como pudo en medio de una balacera que no daba respiro y de que fue trasladada al hospital de la zona, no logró sobrevivir. Desde el Gobierno, el ministro Carlos Corach hablaría sobre el peligro de un «rebrote subversivo» y Sapag denunciaría que la joven había sido asesinada por un francotirador del lado piquetero. Paradójicamente, ningún miembro de las fuerzas represivas resultó herido; del otro lado, cinco personas recibieron disparos. Durante el juicio, nadie fue procesado por asesinato, solamente cuatro policías tuvieron condenas menores por disparar. Diez años después, la misma policía volvería a reprimir docentes. Esta vez, el asesinado sería el maestro Carlos Fuentealba.