CONTRA/GOLPE

  • El Navarrazo |

Cuando el coche pasó frente al patrullero, comenzó el fuego. Fueron 172 disparos, todos efectuados por la policía. Luego los uniformados bajaron de los vehículos, tomaron las armas que tenían preparadas y las colocaron estratégicamente en el lugar. Acto seguido, se retiraron. Todo iba tal y como estaba previsto. Sin embargo, habían cometido un pequeño error: la gente a la que acababan de masacrar no era la apuntada. La orden que habían recibido era la de asesinar a una delegación de la Policía Federal para simular un enfrentamiento con subversivos. Eso daría pie a una intervención en Córdoba para sacar al gobernador Obregón Cano y a Atilio López. El plan de Juan Domingo Perón, de todos modos, encontraría cómo llevarse a cabo.

La primera ficha en caer sería el gobernador de Buenos Aires, Oscar Bidegain. Perón acusaría al hombre de la izquierda peronista de ser responsable de un intento de copamiento de un regimiento efectuado por el ERP, sosteniendo que no había sido casualidad “que estas acciones se produzcan en determinadas jurisdicciones». Todas esas jurisdicciones a las que haría referencia en los meses siguientes estaban a cargo de la izquierda peronista. La próxima pieza marcada en esa suerte de dominó sería en Córdoba. Para ese entonces, la noticia de que el teniente Antonio Navarro planeaba una conspiración para intervenir la provincia llegaría a Obregón Cano. Así, el 27 de febrero de 1974, el gobernador daría la orden de separarlo de la Policía.

Pero Navarro no obedecería. Con apoyo de grupos parapoliciales, daría inicio a un motín para bloquear el centro de Córdoba. Esa misma noche, un comando tomaría la casa de Gobierno y detendría al gobernador, a Atilio López y a otros funcionarios. Mientras tanto, los parapoliciales ocupaban las radios, hacían volar un diario y las casas de algunos funcionarios. Con las fuerzas represivas amotinadas, el golpe de Estado, en plena democracia, estaba en marcha. En la distancia, Perón, quien semanas atrás había dicho que Córdoba era “un foco de infección”, convalidaba los hechos.

Durante los días siguientes, más de 80 personas serían detenidas entre decenas de allanamientos ilegales. En aquel entonces, cuando el pueblo era brutalmente reprimido, Agustín Tosco lo adjudicaría a «centenares de fascistas armados y entrenados bajo la conducción de organismos policiales y parapoliciales». La ciudad del heroico Cordobazo y del Viborazo ahora veía a los golpistas alzar la bandera del peronismo ante la incertidumbre de quienes confiaban en Perón. Con López, Salamanca y Tosco detenidos o refugiados, se desplazaba a los sectores combativos y se elegía una nueva CGT. El 2 de marzo, Perón ordenaba intervenir Córdoba designando un interventor y sacando del medio a las autoridades. El plan estaba consumado. Quedaba sembrado uno de los gérmenes del terrorismo de Estado. Con el ´Contracordobazo´, la derecha iba tomando poder.