
- La Masacre de las Bananeras |
La solicitada no tardó en cumplir su propósito y, en poco tiempo, el tema estaba en boca de toda la región. Es que la oferta era llamativamente atractiva a tal punto que la gente se preguntaba si sería cierta o era una broma de mal gusto. Según se decía, la multinacional estadounidense United Fruit Company necesitaba trabajadores y prometía sueldos que llegaban al doble de lo que se pagaba por un trabajo similar. En poco tiempo, miles de personas se presentaron en el municipio de Ciénaga, Colombia. Lo que se les ofrecía no eran salarios por hora, sino que se les pagaba por trabajo cumplido. En otras palabras, a destajo. En poco tiempo, el gigante de la fruta que pisaba cada vez más fuerte en el continente movía millones por año. Eso sí, con un extraño detalle: declaraba no tener trabajadores.
Para sostener esto, habían creado una cláusula que decía que todo quedaba “a cargo del contratista, y ni el contratista ni sus empleados serán trabajadores de la United Fruit Company». De este modo, se eximía de cualquier responsabilidad mientras acumulaba fortunas. Como el trabajo tenía ciclos y no era algo fijo, de un día para el otro gran parte del personal dejaba de ser útil. Ante las leyes que regulaban las condiciones laborales, la empresa simplemente se limitaba a sostener que quienes trabajaban los campos no eran empleados suyos. Para ese entonces, la multinacional no paraba de crecer y comenzó a apropiarse de tierras de familias campesinas que, a la hora de reclamarlas, descubrían que los títulos de propiedad ya estaban a nombre de la compañía estadounidense.
Frente al abandono y la explotación, los trabajadores decidieron organizarse, demandando mejores condiciones. De la indignación generalizada surgió la organización y se crearon sociedades y sindicatos. No obstante, ante todo reclamo siempre se recibía una negativa como respuesta. Como última medida, se presentó un pliego de nueve peticiones, tanto al Gobierno como a la compañía, que también fue ignorado. Por eso, el 28 de noviembre de 1928, más de 30 mil trabajadores iniciaron una huelga histórica. Durante casi un mes, el pueblo se movilizó mediante redes de contención y apoyo mutuo, y logró sostenerse unido. Mientras tanto, Estados Unidos exigía a Colombia poner inmediato fin a la lucha o se verían obligados a interferir.
La noche del 5 de diciembre, las tropas del ejército avanzaron contra los huelguistas. De un segundo al otro, la mascare comenzó. Durante horas los militares dispararon y persiguieron a la gente, lo que dejó un número incierto de muertes. Oficialmente, dirán que fueron 13 víctimas, aunque se estima que fueron entre 1800 y 3000. Algunos cadáveres quedaron en la plaza como escarmiento, y el general Cortés Vargas justificó la acción alegando que se había hecho para evitar una invasión estadounidense. Una tragedia que se repite: la historia eterna de quienes tienen todo contra quienes no tienen nada.