EJECUTADO SERÁ ALFONSO XIII

  • Sobre el atentado anarquista de Mateo Morral al rey y la reina de España |

Cuando el tren partió de la estación, Mateo Morral se asomó por la ventanilla y se despidió con una sonrisa. Desde el andén, sus amigos devolvían los saludos sin imaginar lo que estaba por ocurrir. A sus pies, Mateo llevaba una valija que contenía productos químicos que había seleccionado minuciosamente. El resto, lo que le faltaba, lo conseguiría pronto. Ese 20 de mayo de 1906, partía de Cataluña para instalarse en Madrid. Atrás no solo dejaba a sus allegados, amores y pilas de libros que solo él sabría si esperaba alguna vez recuperar, sino también su nombre, su profesión y su historia. A partir de ese momento, adoptaría la identidad de Manuel Martínez, comerciante de lanas. Ni bien llegó a la capital, se hospedó en una pensión y puso en marcha la segunda fase de su plan.

Su domicilio no fue elegido al azar: ubicado en la calle Mayor número 88, el piso se encontraba frente a la iglesia de San Jerónimo, donde, días más tarde, se celebraría la boda real entre Alfonso XIII y Victoria Eugenia. Sin tiempo que perder, Mateo dedicó los días siguientes a comprar los elementos necesarios para armar su bomba y a repasar los pasos a seguir. Si bien no está probado que alguien lo hubiera asesorado o que trabajara en equipo, Mateo no solo poseía los conocimientos necesarios para fabricar una bomba, sino que, tiempo atrás, había publicado un escrito donde había dejado una minuciosa descripción sobre cómo hacer un explosivo.

Pasado el mediodía del 31 de mayo, Mateo se asomó por su balcón del tercer piso y observó a la comitiva que se preparaba para dar comienzo a la ceremonia. Desde una ubicación privilegiada y sin perder detalle de lo que ocurría, tomó el ramo de flores que había comprado y colocó la bomba dentro. Cuando el reloj marcó las 13:55, la carroza real apareció por la esquina. Calculando los segundos, Mateo inclinó su cuerpo hacia adelante y dejó caer el ramo. Pese a sus precauciones, la bomba impactó contra un cable del tranvía que desvió su recorrido. El resultado fue el último que esperaba: los reyes saldrían ilesos, 100 personas resultarían heridas y 25 -15 de ellas militares- fallecerían en el acto.

Mateo aprovechó los gritos y la confusión para escapar de la pensión. En poco tiempo, una meticulosa descripción de su persona ya circulaba por Madrid y la monarquía ofrecía una gran recompensa. Sin rumbo, logró dejar la ciudad vestido con ropa de obrero y vagó por campos buscando refugio. Intentando llegar a Zaragoza, se acercó a una estación de tren donde fue reconocido por un guardia. Sin dar tiempo de reaccionar, Mateo disparó. Lo que ocurrió luego sigue siendo objeto de debate: en ese entonces se informó que el anarquista se suicidó inmediatamente; hoy, se plantea la teoría de que fue asesinado. Días más tarde, alguien encontraría tallado en un árbol las palabras de Mateo: “Ejecutado será Alfonso XIII en el día de su enlace. Un irredento. Dinamita”.