
- La Operación Siglo XX y el atentado a Augusto Pinochet |
Todo estaba minuciosamente calculado. Los pasos del dictador habían sido estudiados y, si todo salía bien, no debía haber sorpresa alguna. Los trabajos de inteligencia indicaban qué, como cada fin de semana, Augusto Pinochet viajaría a su mansión en El Melocotón, una pequeña localidad cordillerana. Para acceder a ese lugar, era preciso recorrer una ruta que atravesaba los cerros, entre barrancos y cumbres. La operación sería llevada a cabo por el Frente Patriótico Manuel Rodríguez -FPMR- y una cruz en el calendario marcaba el día 31 de agosto. Sin embargo, cuando todo estaba listo, horas antes de dar inicio a los preparativos finales, los medios informaron el fallecimiento del expresidente Jorge Alessandri Rodríguez. Lo planes debían cambiar rápidamente.
Con la fecha modificada, los militantes se dirigieron a la localidad de San Alfonso. Allí, se establecieron durante una semana haciéndose pasar por seminaristas de una orden religiosa mientras aguardaban pacientemente. A tan solo unos pocos días de que Pinochet festejara los 13 años del golpe de Estado, llegaría la noticia que esperaban. A partir de ese momento, el plan se ponía en marcha. El 7 de septiembre de 1986, dos mujeres integrantes del FPMR que se encontraban en un pueblo cercano se comunicaron con el resto del grupo para informar que la comitiva presidencial estaba pasando frente a ellas. Eran las 18:20 y sabían que, en pocos minutos, podían cambiar la historia de Chile para siempre.
Sin perder tiempo, el grupo partió hacia la cuesta de Las Achupallas cargando fusiles, lanzacohetes, granadas y una ametralladora. A las 18:35, tomaron sus posiciones tal cual lo planeado. Desde un escondite observaron a los autos acercarse y cruzaron un vehículo con una casa rodante en el medio del camino. Cuando la comitiva llegó al lugar esperado, comenzaron el ataque. A los primeros disparos, la seguridad del dictador intentó comunicarse con otras unidades para descubrir que allí no había señal. El lugar no había sido elegido al azar. Atrapado, el blindado de Pinochet intentó girar para regresar. En ese momento, alguien apuntaba y disparaba con el lanzacohetes.
El auto del dictador recibió el impacto, pero el explosivo no detonó. La corta distancia lo había salvado. En medio de una balacera que duraría 6 minutos, 5 escoltas resultarán muertos y otros 11 heridos. Cuando el fuego cruzado se detuvo, los atacantes se retiraron sin estar convencidos de haber logrado el objetivo y partieron rumbo a Santiago. Sin embargo, el destino le había deparado una imprevista suerte al dictador: pese al sinfín de balas y explosiones, había logrado sobrevivir. Horas más tarde, la prensa informaba los hechos y desde los altos mandos se enviaba en código una orden que decía “El cóndor tiene hambre”. Era el comienzo de una brutal cacería de opositores.