UN MUNDO NUEVO EN NUESTROS CORAZONES

  • Buenaventura Durruti

A veces, pareciera no ser la revolución la que forma urgentes revolucionarixs, sino al revés: revolucinarixs que gestan urgentes y necesarias revoluciones. Sobran los ejemplos de quienes dedicaron su vida a buscar la chispa que encendiera la mecha de un nuevo mundo, más justo, más digno. La vida de una de las más grandes personalidades que dio el anarquismo es un claro ejemplo de que los caminos de la lucha se van forjando al andar. Aquel hombre que desde temprana edad ya sería arrestado por participar en huelgas o que se negaba a seguir trabajando mientras hubiese gente de paro se abriría un espacio inmenso en la historia a fuerza de soñar, con cuerpo y alma, un mañana mejor.

«Desde mi más tierna edad, lo primero que vi a mi alrededor fue el sufrimiento no solo de nuestra familia, sino también de nuestros vecinos -escribía Durruti a su hermana, Rosa-, por intuición, yo ya era un rebelde». Nacido un 14 de julio de 1896, en León, España, luego de ser expulsado de su trabajo en la Unión Ferroviaria por sostener e incentivar posturas revolucionarias, decide cruzar la frontera hacia Francia para evitar el servicio militar. A su vuelta, luego de un año, Durruti se afilia a la CNT, donde encontraría un gran grupo de anarcosindicalistas. Entre idas y vueltas escapando de la policía, en 1920 viaja a Barcelona, donde junto a sus compañeros Oliver, Ascaso y Sanz, forma un grupo con el que expropiaría el Banco de España en lo que sería un hecho histórico.

Perseguido, en 1924, viajó junto a su compañero Ascaso por Cuba, México, Perú, Chile, Uruguay y la Argentina, para recaudar fondos -mediante trabajos remunerados o expropiaciones- y enviarlos para financiar anarquistas, escuelas públicas o bibliotecas. Sobre las formas utilizadas, escribiría Durruti: «Estos pesos los tomé de la burguesía, no era lógico que me los diesen por simple acuerdo».

Un 19 de noviembre de 1936, durante la guerra civil española, Durruti recibiría un disparo en plena batalla -del cual siempre permanecerían las dudas sobre su proveniencia- que le costaría la vida. Inmediatamente, sería trasladado para recibir atención médica, pero unas horas más tarde, a las 4 de la mañana del día siguiente, su cuerpo ya no resistiría más. Dos días después, en Barcelona, una multitud despediría a una persona que había elegido dar su vida por un mundo distinto. Era consciente de que, si triunfaba el fascismo, al pueblo solo le quedaría “hambre y esclavitud”.

Sabía que ningún Gobierno en el mundo pelea contra el fascismo hasta suprimirlo, que “cuando la burguesía ve que el poder se le escapa de las manos, recurre al fascismo para mantener el poder de sus privilegios».

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