CON TODAS LAS FUERZAS DE LA HISTORIA

  • La caía en combate de Miguel Enríquez |

La decisión estaba tomada. La noche se había extendido más de lo previsto y, pese a que hubieran querido que las cosas fueran de otra manera, no había opción. Antes de acostarse, Carmen miró a su compañero Miguel como buscando una solución que sabía que no existía. Estaba embarazada y no era seguro que siguiera allí con la dictadura cada día más cerca. Por eso, tras largos debates, ambos decidieron junto a Sotomayor y Bordas que, a primera hora, Carmen saldría a buscar dónde instalarse. Al día siguiente, la mañana del 5 de octubre de 1974, saludó a Miguel y, con todas las medidas de seguridad, salió de la casa. Acordaron que volvería a las 15.00 y se reunirían a charlar nuevamente.

Con la DINA siguiendo sus pasos, Miguel Enríquez llegó a la casa de Santa Fe 725 en diciembre de 1973. Si bien había tenido muchas posibilidades para salir de Chile, y su gente había hecho todo lo posible para que aceptara, lo rechazó una y otra vez. Consideraba que era imprescindible actuar con el ejemplo y organizar la lucha junto a «todos los sectores dispuestos a combatir a la dictadura». Para ese entonces, la maquinaria del Plan Cóndor se hacía cada vez más fuerte y no eran pocas las personas que eran secuestradas y torturadas para obtener información. Así, luego de meses de frustraciones, la DINA comenzó a acercarse a su objetivo.

Cerca de la 13:00, dos horas antes de lo previsto, Carmen regresó a la casa. Allí se encontraría con Miguel y sus dos compañeros que, con las armas preparadas sobre la mesa, juntaban papeles y los quemaban. Le explicaron que, hacía unos pocos minutos, habían visto que tres coches rondaban por la zona de manera sospechosa y que sus conductores observaban la casa cada vez que pasaban por la puerta. Sin duda alguna, debían ser de la DINA. Por eso, cuando terminaron de quemar todo, se dispusieron a preparar lo necesario y llenaron algunos bolsos. Decidieron que lo mejor sería salir por el patio y escapar en el coche. Sin embargo, una vez que pusieron un pie fuera, comenzaron los disparos.

Sotomayor y Bordas alcanzaron a escapar mientras las fuerzas represivas iban cercando la manzana. Al poco tiempo, una tanqueta se instalaba frente a la casa y un helicóptero sobrevolaba la cuadra. Habían conseguido dar con el hombre más buscado por Pinochet y la misión era intentar capturarlo con vida. Para ese entonces, en medio de una ráfaga ensordecedora, Carmen recibiría un disparo que la haría perder la conciencia. Cuando ya parecía no haber escapatoria, Miguel decidió salir al patio a disparar. Allí, un primer tiro lo alcanzaría y, una a una, se sucederían las balas. No habían logrado que se rindiera ni que dejara de luchar por sus ideas. Una antítesis perfecta de aquel numeroso y nutrido batallón que, unos segundos después, y no sin temor, tiraba la puerta abajo sin dejar de apuntarle a un hombre que hacía tiempo ya era historia de su pueblo.