CLAVELES SOBRE LA REVOLUCIÓN

  • La Revolución de los Claveles |

A las 00:20, la transmisión de la radio portuguesa Renascença se interrumpía y una canción comenzaba a sonar. Seguramente, no debió de ser poca la sorpresa de sus oyentes cuando se percataron de que la melodía que nacía de sus parlantes era la de Grándola Vila Morena, una canción de José Afonso que la dictadura había prohibido. Este hecho, a la vista no más que trasgresor, era la segunda y última señal esperada. Hacía meses que un grupo de militares sublevados se organizaba aguardando este momento. Era el 25 de abril de 1974 y el plan que se estaba por poner en marcha buscaba derrocar el régimen dictatorial de Marcelo Caetano.

Esa noche, las unidades militares partieron desde distintos puntos del país para ocupar lugares estratégicos. A las 3 de la mañana, luego de emitir constantes llamamientos a la población para que no saliera de sus casas por su propia seguridad, las tropas avanzaron hasta Lisboa. Pero el pueblo, harto de una dictadura fascista y colonialista sostenida por un grupo privilegiado de cerca de cien familias que manejaban las fortunas del país, decidió desobedecer las órdenes. Con el paso de las horas, las calles se fueron llenando en multitudinarias manifestaciones espontáneas. Portugal comenzaba a transformarse en una inmensa revolución popular.

En una de las tantas movilizaciones en Lisboa ocurriría un hecho aparentemente intrascendente, pero que se transformaría en el símbolo de una revolución que avanzaba sin freno y sin derramamiento de sangre. Fue un soldado quien, asomándose desde un tanque, le pidió un cigarrillo a una mujer que se encontraba volviendo de su trabajo cargada de flores. La joven se llamaba Celeste Caeiro y, como solamente llevaba claveles, se acercó y le ofreció uno. A las pocas horas, Portugal se llenaba de clavales blancos y rojos entre jóvenes que los repartían y los colocaban en los tanques y fusiles de los militares. De este modo, el silencio obligado durante décadas se hizo clamor. Lo que la historia pudo haber escrito como un golpe militar se transformó en revolución social.

A la 1:00 del día 26, las radios y la televisión informaban que Caetano ya no gobernaba más. Era el fin de una dictadura que se había mantenido 48 años en el poder bajo un régimen autoritario, corporativista y conservador. A partir ese momento, se liberarían a todas las personas detenidas por cuestiones políticas, las mujeres podrían votar por primera vez y se les otorgaría la independencia a cinco colonias africanas, lo que precipitó el fin del colonialismo portugués. A su vez, se nacionalizarían la mayoría de las grandes empresas y la banca privada. Y si bien los militares anunciaron que comenzaba la “transición al socialismo”, los dos años siguientes serían tiempos turbulentos de pujas de poderes e intentos de golpes de la derecha. La burguesía no iba a aceptar perder ni ceder tanto. Así, con la democracia ya consolidada, el pueblo portugués aún debía continuar su larga lucha.