
- Walter Bulacio |
Walter tomó sus cosas y se preparó para salir. Su abuela le dio algo de plata y, antes de despedirse, como era costumbre, le pidió que se cuidara. La noche prometía ser fría y larga. Pese a que no tenía entradas, iría con sus amigos hasta Obras para ver un recital de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. No podía perdérselo, sabía que de alguna forma iba a entrar. Cuando llegaron, se encontraron con un llamativo operativo policial, mucho más grande de lo habitual. Junto a sus amigos, Walter apuró el paso hacia la puerta. De un momento al otro, mientras las tropas de la comisaría 35 aguardaban órdenes, comenzaron a sonar desde el estadio las melodías del último disco de la banda: “¡Bang! ¡Bang!… Estás liquidado”.
Con la música como telón de fondo, comenzó la cacería. Walter sería interceptado por un grupo de policías y, sin tiempo de reacción, fue subido a los golpes a un colectivo de la línea 151. La misma suerte correrían las más de 100 personas que serían detenidas ese 19 de abril de 1991. Una persecución planificada para la cual la policía había preparado dos micros sabiendo que los móviles con los que contaban no darían abasto. En la comisaría, solo 73 nombres sería anotados en los libros. La cantidad de personas alojadas excedían en más del doble a la capacidad permitida.
Luego vendrían los golpes y los traslados a la guardia. Pasadas las 12 de la noche, tras ser registrado, Walter fue llevado a un calabozo. Ahí se reencontró con sus amigos, quienes pidieron asistencia médica al verlo mareado y apenas sosteniéndose en pie. Tras una noche de convulsiones, recién a las 11 de la mañana se permitió que lo viera una médica quien decidió su internación. Antes de salir, un amigo talló sus nombres en la pared y agregó: “caímos por estar parados”. En el hospital, un médico le preguntó a Walter qué le había pasado. Intentando mantener el conocimiento, con sus pocas fuerzas, le respondió que había sido la policía. El diagnostico fue traumatismo craneano, agravado por el tiempo sin recibir atención. Tras seis días, falleció en el Sanatorio Mitre.
Eran tiempos de la recién estrenada Ley de Convertibilidad, de un nuevo paso en la profundización del neoliberalismo de la mano de Menem y Cavallo. De vaciamiento y hambre maquillados de lujos y viajes. Su abuela y su familia comenzarían una larga lucha. Las calles se llenaron de jóvenes que descubrieron los abusos policiales que la prensa ocultaba. Para 1999, el Estado ofreció una indemnización para terminar el caso, pero fue rechazada. No buscaban plata, buscaban justicia y reconocimiento estatal. El responsable, el comisario Espósito, recién fue sentado en el banquillo 22 años después. Recibió una pena de tres años, pero en suspenso. En definitiva, nadie pagó por el asesinato de Walter. Mientras tanto, en cada recital, se sigue recordando «que a Bulacio lo mato la policía».