
- La invasión de Bahía de Cochinos |
Una flota partía desde Nicaragua rumbo a Cuba. Iba escoltada por la Armada estadounidense, a una distancia prudencial, y acompañada de ocho aviones que llevaban pintada la bandera cubana. Habían sido tomados todos los cuidados posibles. Eran tiempos de Guerra Fría y Kennedy sabía que era prioritario que Estados Unidos no fuese culpado de lo que estaba por ocurrir. Para la madrugada del 15 de abril de 1961, llegaba la orden y un avión dejaba caer la primera bomba sobre la Bahía de Cochinos. Si todo salía bien, derrocarían a Fidel Castro y pondrían fin a la Revolución cubana.
Durante el primer día, los bombardeos lloverían sobre bases y aeropuertos. Cuba acusaría a su vecino del norte por el atentado y Castro, ante una multitud, declaraba el carácter marxista y socialista de la Revolución. A la madrugada del 17, cuatro buques invasores pisaban la isla y 1400 personas desembarcaban. Las condiciones del terreno retrasaron la tarea de preparar los tanques y cavar las trincheras, pero sin demora comenzaron a avanzar tierra adentro para ocupar carreteras y accesos. Buscaban el factor sorpresa y dar un gran golpe. Pero en Cuba, pese a todos los recaudos, los estaban esperando.
Cerca de las 6:30 de la mañana, los invasores se percataron de que los aviones que debían escotarlos no estaban. Habían sido derribados por el ejército revolucionario. La misma suerte corrieron dos buques y parte de su armamento. A cambio, flotas cubanas los sobrevolaban sobre Playa Girón. Más de 20.000 personas, entre ellas combatientes sin formación militar que habían solicitado formar parte, responderían al ataque estadounidense que pretendía reinstalar el orden colonialista. Así, para el 18, la contraofensiva avanzaba sobre los accesos de Playa Girón mientras, desde los Estados Unidos, se debatían si rescatar a la gente enviada o no. Pero la última palabra era de Kennedy: había que continuar con el plan de «mínima visibilidad».
Meses atrás, en la agencia cubana Prensa Latina, se encontró un rollo que contenía información codificada. Tras un largo trabajo, Rodolfo Walsh logró descifrarlo. El cable, enviado por el jefe de la CIA en Guatemala, detallaba los preparativos para un desembarco en Cuba por parte de Estados Unidos. Pese a que desde el norte lo negaban, en Cuba llevaban tiempo preparándose. Por eso, para la mañana del 19 de abril, los invasores eran cercados y comenzaban a rendirse. Habían sido 66 horas de combate a la vista del mundo, donde un imperio entero no había podido contra la resistencia de un pueblo. Tiempo después, para finales de 1962, Cuba decide devolver a la mayoría de los detenidos bajo una condición: a cambio, pidieron 53 millones de dólares en medicina y alimentos.