A QUIENES SOÑARON UN MUNDO MEJOR

  • El golpe genocida de 1976 | Nunca Más |

El día anterior, los medios avisaban a la población que estaba casi hecho. Que lo que venían presagiando desde hacía tiempo, ahora, se haría realidad. Que era «inminente el final» en medio de un «clima de tranquila resignación». Aquella misma noche, mientras María Estela Martínez de Perón era trasladada en un helicóptero de la Fuerza Aérea, los militares empezaban a cercar los accesos a la Capital. Minutos después, grupos armados partían hacia distintas fábricas con listas de personas que tenían marcadas y el comando de la Policía Federal pasaba nombres. Todo ocurría rápidamente. Para las 3:21 de la mañana del 24 de marzo de 1976, las radios del país interrumpían su transmisión y un locutor relataba el comunicado Nº1 por cadena nacional. Firmaban: Videla, Massera y Agosti. El golpe había comenzado.

A la mañana siguiente, el «nuevo Gobierno», la «total normalidad». Sin demoras, los medios de prensa que participaban del plan empezaban a hacer su parte. Pasadas las 10:30, un escribano tomaba juramento a la Junta que se autoproclamaba dueña de todo para tomar el control del país. No sería en la casa de Gobierno, sino en la sede del Ejército. No sería tampoco sobre la Constitución, ya que esta sería depuesta, sino sobre el acta de los militares. Se anunciaba, además, el fin del Congreso, de la Corte Suprema y de todo cargo ejecutivo. En pocas horas, cientos de personas empezaban a desaparecer.

Cinco meses después, Rodolfo Walsh, desde la agencia clandestina de noticias ANCLA, informaba lo que los medios ocultaban. Justamente, porque «el terror se basa en la incomunicación». Luego, vendría una lucha que ya lleva 49 años. Contra la impunidad, el olvido impuesto y los mismos medios, empresarios y funcionarios que operaron ayer. Vendría la imprescindible tarea de conmemorar. De tener presente lo que sucedió, para no volver a permitir que pueda, en sus trágicas variantes, repetirse. De comprender, pensar el por qué, en quiénes lo digitaron y quiénes fueron responsables y cómplices. De entender cómo una parte de la sociedad fue convencida de que un plan sistemático y genocida era necesario. Que, aún décadas más tarde, sigan buscando maquillar argumentos.

Hoy, al igual que ayer, seguimos de pie. Por el sueño que tuvieron aquellas personas que tenían un porqué mucho más grande que cualquier pero. Por quienes no están, quienes están y quienes dieron todo y más. Porque pusieron en juego sus vidas por el resto, por quienes vendrían después, por un mundo mejor. Por las Madres inmensas que caminan hace décadas, siempre frente a los verdugos y sus mercenarios. Por sus hijos, hijas, nietos y nietas. Por las sonrisas y los rostros serios que guardamos en cada foto. Por quienes aprendieron a resistir todo o quienes un día no pudieron más. Quienes comenzaron a escribir una historia que aún no termina. Porque, a pesar de tanto, no nos han vencido. Somos miles, presentes, y será hasta la victoria.

*Ph: Daniel García