UN LEGADO PARA LA REVOLUCIÓN

  • Julio Antonio Mella |

Cuando las agujas del reloj marcaron las 9:00 en la Ciudad de México, Julio Antonio Mella dejó las oficinas del Socorro Rojo. Llevaba un tiempo exiliado de su Cuba natal tras erigirse como una figura clave en la lucha contra la dictadura de Gerardo Machado. Pese a su reticencia, finalmente escuchó los reclamos de sus allegados que le pedían que dejase la isla antes de que lo asesinaran. Mella sabía que el camino era largo y que no era sencillo combatir contra la estructura militar. Sin embargo, decidió aceptar comprendiendo que era un paso necesario. Esa noche del 10 de enero de 1929, el joven de 25 años junto a su compañera Tina Modotti emprendieron camino bajo la noche de México sin imaginar que, aun a cientos de kilómetros de distancia, la dictadura seguía sus pasos.

Nacido en La Habana, el 25 de marzo de 1903, la vida de Mella estuvo marcada desde temprana edad por la lucha incansable contra la opresión y el sueño de un futuro más justo. A sus 20 años, en enero de 1923, se alzó como líder estudiantil durante la reforma universitaria y, pocos meses después, creó la Universidad Popular José Martí, buscando generar un espacio desde el cual los sectores más humillados pudieran acceder a instrucción tanto académica como política. Dos años más tarde, cofundó el Partido Comunista Cubano y, ya para ese entonces, su nombre no solo resonaba en Cuba, sino en toda América Latina. Un peligro que atravesaba las fronteras de su pequeña isla.

Expulsado de la Universidad de La Habana por su militancia, fue detenido bajo los cargos de tenencia de explosivos y conspiración. En pocas palabras, se buscaba apartarlo de los grupos estudiantiles y apagar un fuego revolucionario que crecía a pasos agigantados. Sin embargo, a pesar de los intentos de aislarlo de la sociedad, su nombre se fue haciendo cada vez más grande. El 5 de diciembre de 1926, inició una huelga de hambre indefinida contra el montaje orquestado por la justicia y, tras 18 días, su salud se complicó gravemente. Con los grupos de estudiantes conmocionados, sus compañeros lo convencieron de cambiar los planes: lo mejor era exiliarse y, desde allí, intentar retornar al país.

Con el rebelde en tierras mexicanas, la dictadura puso en marcha un plan represivo de secuestro, tortura y asesinato que apuntó contra los sectores estudiantiles y sindicales. Mella, por su parte, continuó su lucha con la idea perpetua de regresar a Cuba lo antes posible. Pero Machado no estaba dispuesto a permitirlo, y Estados Unidos no estaba interesado en perder sus privilegios en la isla. Por eso, la noche del 10 de enero, cuando se encontraba a dos cuadras de su casa junto a Tina Modotti, dos sicarios le dispararon dos veces y le causaron la muerte. Si bien se buscó instalar la idea de que su compañera había sido responsable, la verdad estaba a la vista de todo el mundo. Con Mella asesinado, comenzaba a germinar un legado que, más temprano que tarde, el pueblo levantaría como propio.