LA DEMOCRACIA SEGÚN SÓCRATES

  • Sócrates y la Democracia Corinthiana |

La reunión debía durar cerca de 20 minutos. Sin embargo, quienes estuvieron presentes aseguran que las horas pasaban y los debates no terminaban. Que no faltó quien se fue quedando dormido ni los entusiastas que presentaban propuesta sobre propuesta en una asamblea que parecía no tener fin. Y es que, en realidad, nunca lo tuvo. De ahí en más, se acordaría algo tan atípico como necesario. Desde ese día, se resolvería que la vida dentro del club Corinthians sería como creían que debía ser el mundo puertas para afuera. Que todos decidirían por todos, autogestión mediante y sin verticalismos. Que cada integrante del club, ya fuera asistente, médico, masajista o jugador, tendría voz y voto. La conclusión sería siempre la de las mayorías. Así nació, a mediados de 1982, la Democracia Corinthiana. Un sueño de justicia y equidad que brotaba desde abajo con una importante salvedad: para ese entonces, los militares gobernaban Brasil por la fuerza.

Al igual que en otros países del sur del continente durante el Plan Cóndor, Brasil se encontraba sumido en una dictadura que prohibía la libertad de prensa, cualquier tipo de oposición y, siguiendo directrices de los Estados Unidos, enarbolaba como bandera el anticomunismo. En ese contexto, un cambio en la dirigencia del Corinthians dio lugar a un movimiento que rompió con el conservadurismo instalado en todos los ámbitos de la vida. Sosteniendo esa lucha aparecerían jugadores, como Sócrates, Casagrande, Zenon o Wladimir, que comprendieron que sus actos, quisieran o no, trascendían el campo de juego.

Tras casi 20 años de dictadura, mientras la prensa los tildaba de «comunistas barbudos», un día, el equipo salió a la cancha con una frase en su camiseta que decía «Democracia Corinthiana». La tipografía elegida era la de Coca-Cola y, entre las letras, se podían ver manchas de sangre. En otra ocasión, llevaron el mensaje «Día 15 Vote» alentando al pueblo a que se opusiera a los golpistas y, para una final, salieron con una bandera que decía «Ganar o perder, pero siempre en democracia». A sus 30 años, Sócrates recibió una oferta para jugar en el fútbol italiano y, frente a una multitud, declaró que, si se restauraban las libertades constitucionales, rechazaría el contrato para quedarse en Brasil.

Aunque la democracia tardaría algunos años más en llegar, en un país que vivía censurado y donde era complejo materializar luchas, Sócrates y Corinthians lograron hacer del fútbol un espacio para unir a la gente y darle voz. El domingo 4 de diciembre de 2011, Sócrates fallecía y, ese día, el Corinthians ganaba el campeonato. Casi como un regalo del destino que parecía haberlo escuchado alguna vez decir que quería «morir un domingo y con el Corinthians campeón». Esa tarde, jugadores y público lo homenajearon con el brazo levantado y el puño cerrado. Al fin y al cabo, el fútbol siempre fue un poco más que fútbol.