LA ARGENTINA INFAME

  • El multitudinario acto nazi en el Luna Park |

Todo estaba listo para el show. En las calles aledañas, un cordón de las fuerzas represivas se desplegaba y la policía montada, junto a la infantería, se ubicaba estratégicamente para cuidar que todo saliera bien. Un evento de tamaña magnitud, y a la vista del mundo, no podía mostrar grietas. Entre puestos que vendían insignias, banderas y postales nazis, un camión con efectivos y gases lacrimógenos tomaba posición. En las esquinas, un grupo indicaba a los autos que los accesos estaban cortados y debían desviarse. El espectáculo estaba anunciado para las 10 de la mañana del 10 de abril de 1938. Media hora antes, se abrían las puertas del flamante Luna Park. Era momento de dar comienzo a la fiesta del III Reich.

Buenos Aires se vestía de gala en plena Década infame, durante el Gobierno de Roberto Ortiz, para celebrar lo que se anunciaba como la anexión de Austria a la Alemania nazi. Un agasajo, a miles de kilómetros de distancia, por un referéndum que no pedía la aprobación de la población, sino el apoyo conjunto para construir una «Austria unida, cristiana, social, independiente, alemana y libre». «La gran Alemania», anunciaba Adolf Hitler mientras fomentaba los festejos alrededor del mundo. Al igual que lo había aprobado Marcelo T. de Alvear años atrás cuando el fascismo italiano usó y vistió al Teatro Colón para una fiesta, ahora, era turno de llenar de esvásticas otro ícono cultural del país.

Poco a poco, el Luna Park se fue colmando. Cerca de 20.000 personas ingresaron y fueron ubicadas en las clásicas formaciones de la ultraderecha alemana. Los telones rojos, negros y blancos se desplegaban desde las alturas entre banderas argentinas que decoraban una enorme esvástica. Mientras se escuchaban los primeros “Heil Hitler”, distintas personalidades, entre ellas el entonces gobernador de Buenos Aires y Roberto Noble, fundador del diario Clarín, entraban al recinto. Las marchas patrióticas se sucedieron unas a otras hasta que el estruendoso sonido de un instrumento de viento interrumpió la música indicando el inicio del evento para la algarabía de la gente.

A metros de allí, una multitud comenzaba a reunirse para repudiar el acto. Grupos de estudiantes y militantes políticos se hicieron presentes. Sin embargo, a poco de haberse juntado, la policía empezó a reprimir. Un detalle como este no estaba fuera de lo planificado y el Gobierno no iba a permitir que se manchase el homenaje. Como consecuencia, decenas de personas resultaron heridas y dos hombres fueron asesinados. Mientras se llevaba a cabo el acto nazi más grande que se conoce fuera de Alemania, en las calles, los uniformados atacaban a un pueblo que se defendía a piedrazos. Al día siguiente, La Nación publicaba sobre el «acto de adhesión al Gran Reich”, agradeciendo a las autoridades argentinas por un orden muy bien logrado.