- Néstor Majnó |
Las narraciones de la época hablan de un ejército poco convencional, formado por familias campesinas y obreras que se sumaban a la revolución porque así lo querían. En los relatos de sus enemigos, se menciona que pocas veces pudieron encontrarlo: en general, era él quien los encontraba a ellos. Dicen que lo veían en una zona específica al frente de sus tropas para luego verlo, minutos después, combatiendo a kilómetros de allí. No dirigía desde una oficina ni se encargaba de partir y repartir lo producido. Las páginas de esta enorme “revolución desconocida”, muchas veces, suelen faltar en la historia de la Revolución rusa. Los capítulos de un pueblo en armas, anarquista y voluntario.
El 27 de octubre de 1889, en Gulái-Pole, Ucrania, nacía un revolucionario que sabía que «la libertad de cada uno es la responsabilidad de todos». Criado en el seno de una familia pobre, Néstor Majnó se vio obligado a hacerse cargo de la economía de la casa desde sus siete años. Tan solo nueve años después, con apenas dieciséis, participaría de la Revolución de 1905, donde sería capturado y condenado a la horca por anarquista. Gracias a su corta edad, lograría sobrevivir y, de vuelta en su pueblo, comenzaría a organizar lo que sería el Territorio Libre, un conjunto de soviets independientes y sin injerencia estatal. Comenzaría, además, una lucha que marcaría su espacio en la historia.
Entre 1918 y 1921, la Revolución majnovista fue abriéndose camino y liberando aldeas sin exigirles ni imponerles nada, siempre y cuando la autoorganización no fuera utilizada en favor de algún “poder político sobre el pueblo trabajador». En medio de combates contra el Ejército Blanco y bolcheviques al mismo tiempo, el majnovismo fue creciendo gracias al fuerte apoyo popular que, entre labores y guerrillas, sostenía colectivamente lo que era de la gente. En lo que fueron batallas históricas, el Ejército Negro de Majnó finalmente logró derrotar a los blancos. Tras la victoria contra quien también era enemigo del ejército ruso, surge la idea de un acuerdo con los bolcheviques que despertaría grandes discusiones en el movimiento. Lo vivido parecía presagiar que, de una forma u otra, los problemas no tardarían en surgir.
Pese a la alianza, el 26 de noviembre el Ejército Rojo atacaba por sorpresa a los anarquistas. El resultado sería una masacre devastadora. Si bien los majnovistas se lograron reorganizar gracias al vigente apoyo de los pueblos, el golpe había sido demasiado fuerte. Herido de gravedad, Majnó debió se vio forzado a exiliarse en el extranjero donde continuó sus escritos y trabajos hasta que, a los 44 años, la tuberculosis terminó con su vida. Tiempo atrás, en una conversación con Durruti, remarcaba la importancia de aprender de lo vivido para seguir luchando: «Espero que, cuando llegue el momento, ustedes lo hagan mejor que nosotros».