SANTIAGO, SALUD Y LIBERTAD

  • Santiago Maldonado |

Aquel 1º de agosto de 2017 paralizaría al país. La noticia de que un joven había desaparecido luego de un operativo sin orden judicial por parte de la Gendarmería no tardaría demasiado en salir a la luz. Mientras tanto, los medios hegemónicos medían cuánto estaban obligados a hablar del tema, cuánto podían callar, y empezaban a tejer fábulas para su público. Se daba comienzo a una burda, sádica e inexplicable impunidad, repleta de farsas insostenibles e increíbles que caerían una a una pero que bastarían para entretener a quienes solo buscaban defender al Gobierno. Comenzaba, además, la mímica de una justicia que no se pensaba, jamás, llevar a cabo. Ese día, era desaparecido Santiago Maldonado. Vendría por delante una larga e ininterrumpida lucha.

Por la mañana, cerca de las 11:15, los gendarmes preparaban un operativo en la comunidad mapuche Pu Lof en Resistencia. Bajo orden del jefe de Gabinete de Patricia Bullrich, Pablo Noceti, avanzaron sobre quienes se manifestaban en la ruta 40 dando inicio a una persecución que continuaría dentro del territorio. Disparando balas de goma y de plomo, atravesaron una tranquera y continuaron hasta el río Chubut, a 350 m del ingreso. Entre quienes escapaban de las balas se encontraba Santiago que, por no saber nadar, decidió no continuar junto al resto y se quedó a la orilla de un río que apenas le llegaba hasta las rodillas. Sus compañeros lo perderán de vista para luego escuchar a un gendarme decir «tenemos a uno» mientras una camioneta se acercaba al lugar.

El circo no tardó en aparecer. Si algo aprendió el poder a manejar, es a ese sector de la población a la que nunca le importaron los desaparecidos y desaparecidas, ni en dictadura ni democracia. Por eso, fue posible entretener desde la pantalla y el papel con noticias irrisorias e injurias que, además de desinformar, fomentaban que sus repetidores tuvieran algo para decir. Desde la misma Bullrich instalando la idea de que había sido apuñalado por un puestero o que existía alguien con similares características hasta los funcionarios de Macri diciendo que estaba en Chile, que viajaba a dedo o comparándolo con Walt Disney. Luego de 78 días, de rastrillajes para el show televisivo o de mentiras que de un día al otro pretenderían ser olvidadas, el cuerpo aparece donde ya se había buscado.

Ahí, Santiago se hizo bandera, se hizo miles. Multiplicándose entre jóvenes que hicieron propio ese concepto de dignidad creyendo que vale la pena luchar por otro mundo mejor. Pasaron 5 años de aquel día. Sin culpables, sin justicia, sin Gobierno que haga algo. Quedaba la enseñanza de siempre de que solo la unión y la lucha popular son el motor para salir adelante. Porque ningún genocidio, ninguna masacre, ninguna desaparición fue posible sin la complicidad de un sector de la población. Que las circunstancias y los Gobiernos, nunca, nos crucen de vereda.