- La muerte de Néstor Majnó |
Poco a poco, el cerco se fue cerrando. El aparato propagandístico soviético apuntó contra el movimiento, los periódicos del partido hablaron de contrarrevolución y los territorios libres fueron bloqueados. Cualquier persona que entrara o saliera de Guliaipole, localidad en la que había nacido Néstor Majnó, era arrestada. A su vez, se cortó el paso de víveres o armamentos. Luego de años de lucha, la situación empezó a endurecerse. Por aquellos días, en mayo de 1919, Trotski denunció que los anarquistas no eran más que «un engaño de guerra» y, un mes después, publicó la prohibición de reuniones y anunció que sería detenido todo aquel que siguiera o apoyara a Majnó. Paralelamente, dio la orden no escrita de perseguirlo, detenerlo y llevarlo ante un consejo de guerra. Y, como si todo esto no fuera suficiente, en ese mismo momento el Ejército Blanco entró en las tierras majnovistas.
Para los anarquistas, el combate era en dos frentes. Derecho, contra los nacionalistas y, en su mayoría, prozaristas; e izquierdo, contra los bolcheviques. Con el bloqueo consumado, las masas campesinas combatieron con lo que podían. Si faltaban armas, avanzaban con hachas, picos o cualquier herramienta que tuvieran. Pese a la obvia desigualdad, la resistencia se mantuvo hasta que, el 6 de junio, Guliaipole era invadida. Entre idas y vueltas, y una lucha que no mermaba ni a fuerza de fusilamientos y barbarie, cientos y cientos de familias comenzaron a migrar junto a los ejércitos de Majnó. Será allí que, mientras se movían de aldea en aldea y Majnó se corría del frente para evitar que lo acusaran de «tramar conspiraciones antisoviéticas», los blancos, a campo abierto, tomaban la capital de Ucrania. Cada vez quedaba menos aire para respirar.
Una noche, algo cambió inesperadamente. Contra todo pronóstico, las tropas anarquistas, distribuidas entre varios pueblos, avanzaron contra los blancos. Luego de 17 horas de batalla, los invasores se retiraron vencidos en lo que era una victoria histórica. Sin embargo, aun así, no llegaría la paz. El hostigamiento bolchevique no disminuyó y, tras un acuerdo para unirse en lucha que no sería cumplido, el 26 de noviembre por la madrugada, los representantes majnovistas fueron detenidos. Ya eran demasiados golpes y no había mucho por hacer. Para el verano de 1921, la cantidad de bajas era inmensa y las familias sobrevivientes debieron abandonar el territorio y partir fuera de la URSS.
«Por naturaleza el hombre es anarquista», afirmaba Majnó. Los pueblos deben organizarse a sí mismos, sin depender de las autoridades estatales y buscando el bien común. De otra forma, estaba convencido, solo se perpetuaría el hambre y la opresión. En el exilio continuó con sus escritos y trabajos hasta que, un 25 de julio de 1934, sumido en la pobreza, falleció de tuberculosis. Para ese entonces, a kilómetros de allí, el sueño de la Revolución ya no era más que vestigios en la memoria.