CADA PASO ADELANTE

  • Caída en combate de Mario Roberto Santucho y parte de la dirigencia del PRT |

Un coche llegó por la calle Venezuela. El conductor se asomó por la ventanilla buscando la numeración, alguno hizo una seña y el auto se detuvo. Estaban frente al 3149. Sin demorarse, cuatro hombres bajaron cerrando las puertas tras de sí. En la entrada, le ordenaron al portero que los llevara al 4º piso. No está claro aún hoy si sabían exactamente con quiénes se iban encontrar allí. Lo cierto es que ese mediodía gris y frío en Buenos Aires, los cuatro militares, con el capitán del Ejército Juan Carlos Leonetti al frente, subieron y se pararon junto a la puerta. Obligado, el encargado golpeó y, tras escuchar desde dentro una voz que preguntaba quién era, respondió: «El portero, Rubén». Segundos después, cambiaba parte de la historia argentina.

Ese mismo 19 de julio de 1976, unas horas antes de ese momento, Fernando Gertel, del PRT, iba rumbo a una cita programada. Allí debía encontrarse con un enviado del dirigente montonero Roberto Perdía para coordinar una reunión entre las máximas autoridades del PRT-ERP y Montoneros, incluyendo a Santucho y a Firmenich. La idea era crear la OLA, Organización para la Liberación Argentina, de la que formarían parte ambos partidos, más Poder Obrero, en un frente antidictatorial. Pero cuando Gertel llegó, se encontró con que no había nadie. El enlace de Perdía había sido secuestrado por la dictadura. No mucho después, el hombre del PRT era desaparecido.

Ese mismo día, Domingo Menna, miembro del buró político del PRT y dueño del piso en el que los militares entrarían horas después, se dirigía a otra cita. Sin embargo, esa reunión tampoco iba a ocurrir: Menna será secuestrado y desaparecido por la dictadura. Según teorías que no pueden comprobarse, existe la posibilidad de que haya tenido consigo un recibo que indicase su dirección. Como fuera, mientras tanto, en el departamento de la calle Venezuela, Mario Santucho, su compañera Liliana Delfino, Benito Urteaga y su hijo y Ana María Lanzilloto -que estaba embarazada- aguardaban noticias. Esa misma noche, el líder del PRT-ERP debía viajar hacia el exterior.

Cerca de las 2 de la tarde, cuando el encargado dijo su nombre, una de las mujeres abrió la puerta para ver una bota que se metía y la trababa. Un fuerte empujón, la mujer caía hacia atrás y comenzaban los disparos. En un breve pero intenso tiroteo, morirían el militar Leonetti y Urteaga. Santucho caería herido para luego fallecer y las dos mujeres serían secuestradas junto al niño. En segundos, todo era silencio nuevamente. Sus cuerpos serían desaparecidos y el Estado nunca daría información sobre los hechos. Santucho sostenía que la lucha contra el capitalismo no era algo que se ganara de la noche a la mañana. Habría que volver a empezar, muchas veces si fuera necesario, tal y como lo indica la historia latinoamericana. Sabía bien que “cada paso adelante ha sido conquistado atravesando pruebas y errores, sufriendo dolorosas pérdidas». Por eso, y pese a todo, esta es una historia que aún no termina.