LAS CAUSAS SOLIDARIAS

  • Durruti y el primer asalto en la historia a un banco en Chile |

Era un día soleado en la Plaza de Armas de Santiago, Chile. Allí, aguardando a que alguien solicitase sus servicios, Enrique esperaba junto a su llamativo Hudson mientras observaba a la gente pasar. De un momento al otro, un hombre alto y de grandes bigotes se paró a su lado. Le dijo que necesitaba ir por la calle San Diego y pasar por la sucursal del Banco de Chile. Enrique afirmó con la cabeza y dijo que no había problema mientras no dejaba de pensar en el acento español de su nuevo pasajero. Una vez arriba del coche, partieron a destino. Cuando llegaron, el conductor observó a cuatro personas que se acercaban. Tras una breve charla en la que su cliente le pidió que lo aguardara, Enrique apagó el motor para verlo cruzar la calle acompañado del grupo que acaba de llegar.

Si de por sí toda la situación ya le parecía extraña, su percepción no cambió cuando vio al español apurar el paso mientras se ponía un antifaz negro y el resto sacaba armas cortas de sus bolsillos. Así, los cinco hombres entraron al banco. Detrás de las máscaras se encontraban Durruti, Jover, Antonio Rodríguez y los hermanos Ascaso, reconocidos anarquistas españoles e integrantes de Los Solidarios. Frente a ellos, cuatro empleados del banco y un cliente. Sin perder tiempo, Durruti fue hacia el cajero que se hallaba contando y empaquetando monedas. En un primer momento, el empleado creyó que se trataba de una broma de mal gusto. Pero cuando el anarquista saltó del otro lado del mostrador y lo apuntó con una Colt 38 en cada mano, cambió de opinión.

El grito se escuchó en todo el banco: «¡Señores, arriba las manos!». El resto fue hacia la caja y tomaron los billetes que podían. En ese momento, el cajero cayó al piso y aprovechó para tocar la alarma. Durruti, que siempre prefería evitar los tiros, solo lo amenazó mientras entendía que ya no había tiempo de ir por la bóveda. Tras unos minutos, el trabajo estaba terminado. Desde el coche, el aún asustado chofer los vio salir corriendo y subir. Detrás, los empleados del banco los perseguían mientras llamaban a la policía a los gritos. Entre corridas, dos de ellos saltaron sobre el auto que arrancaba y se colgaron de la parte trasera. Para ese momento, un alertado oficial paraba un taxi para seguirlos.

De un segundo al otro, los primeros disparos sonaron entre las calles. Los anarquistas apuntaron y un tiro dio en la mano de unos de los empleados y el otro recibiría uno en la rodilla y en la cabeza. El Hudson iría más rápido que su perseguidor y, al poco tiempo, solo quedaban las noticias en los medios. El primer asalto en la historia a un banco de Chile estaba consumado. Durruti y sus compañeros dejarían una más que generosa propina al chofer, y el resto era para la causa. Días después y con documentos nuevos, los anarquistas cruzaban hacia la Argentina. Pero esa ya es otra historia…