- La denuncia pública de Ana Guzzetti a Juan Domingo Perón |
La periodista se presentaba: «Ana Guzzetti, del diario El Mundo». El rostro del presidente cambiaba sonrisa por seriedad y, acto seguido, pedía un cigarrillo que comenzaba a fumar mientras escuchaba atentamente. Era el 8 de febrero de 1974, faltaban pocos días para aquel famoso discurso desde el balcón que marcaría una ruptura irreconciliable con parte del pueblo peronista y, desde la residencia presidencial de Olivos, Juan Domingo Perón ofrecía una conferencia de prensa. Llegado el turno de Guzzetti, todo indicaba que el presidente sabía quién le que hablaba y qué podía preguntar.
«En el término de dos semanas hubo exactamente 25 unidades básicas voladas con explosivos, que no pertenecen precisamente a la ultraizquierda, hubo 12 militantes muertos y ayer se descubrió el asesinato de un fotógrafo», comienza diciendo ante la atenta mirada de Perón. Luego, completa diciendo que, «evidentemente, todo esto está hecho por grupos parapoliciales de ultraderecha». Ante la denuncia explícita, Perón decide interrumpirla para preguntarle si se hace responsable de lo que está afirmando: «Eso de parapoliciales lo tiene usted que probar». “Perfecto”, responde la periodista mientras el presidente gira sobre su hombro para pedir que le «tomen los datos necesarios para que el Ministerio de Justicia inicie causa contra esta señorita».
Lejos de amedrentarse ante la reacción cargada de amenaza, Guzzetti insiste: “Quiero saber qué medidas va a tomar el Gobierno para investigar todos esos atentados fascistas”. La respuesta: «Esos son asuntos policiales que están provocando entre la ultraizquierda y la ultraderecha: la ultraizquierda que son ustedes y la ultraderecha que son los otros». De manera que «arréglense entre ustedes», el Gobierno «solamente lo que puede hacer es detenerlos a ustedes y entregarlos a la Justicia… a ustedes y a los otros».
Por último, sabiendo que el presidente conocía que el medio pertenecía al PRT, Guzzetti cerraría argumentando, casi como un justificativo para no ser erróneamente juzgada: «Le aclaro que soy militante del movimiento peronista hace casi 13 años». Pero ya eran tiempos de la Triple A, la maquinaria de persecución, tortura y desaparición de personas estaba en marcha. Por eso, Perón le responde sin dudarlo: «Hombre, ¡lo disimula muy bien!». Días después, la periodista sería detenida durante un allanamiento con clausura del diario El Mundo. Contaría luego haber sido torturada por grupos que asociaba a la Triple A y de salvarse de un secuestro. Antes de su detención, había enviado una carta a Perón que decía: «¿Acaso usted creía que mi condición de peronista me podía convencer de silenciar una verdad que es carne en la clase trabajadora?».